EL  CONGRESO  NACIONAL  O  LA  ASAMBLEA

La última Constitución introduce la Novedad, que viene de otro país, que es cambiar el nombre de Congreso Nacional por el de Asamblea, que en los últimos días hizo noticia; cuando un Señor asambleísta solicitó que el Salón del Pleno que lleva el nombre de la Mujer de América; NELA MARTÍNEZ, se convierta en pista de Baile de unas cuantas damas, que con muy escasa indumentaria, demostraban sus movimientos estrafalarios, dignos de exhibirse en otros escenarios y no en el Salón de Plenos de la Asamblea.

Quienes hemos visitado el Archivo-Biblioteca del Congreso Nacional, para conocer a los que fueron diputados en los últimos 100 años, encontramos que eran auténticas Luminarias, del Saber, el Conocimiento, la Inteligencia, la Política, la Filosofía y la Oratoria; con muy contadas excepciones. La mayoría fueron presidentes de la República como: Julio María Matovelle, Benjamín Carrión, Andrés F. Córdova Nieto, José María Velasco Ibarra, Carlos Julio Arosemena Monroy, Otto Arosemena Gómez, Camilo Ponce Enríquez, Manuel Araujo Hidalgo, León Febres Cordero, Jaime Roldós Aguilera, Oswaldo Hurtado Larrea, Rodrigo Borja Cevallos, Sixto Durán Ballén, Alberto Arroyo del Rio, Yamil Mahuad, Fabián Alarcón Rivera, Manuel Agustín Aguirre, Luis Monsalve Pozo, Carlos Cueva Tamariz, Jaime Hurtado González, Asaad Bucaram Elmhalin, José Cordero Acosta.

Sobre este tema podría escribir un libro para mencionar a quienes, sin haber llegado a la Primera Magistratura, han dado muestras de brillantez, sapiencia y sobre todo han sido doctos en el manejo del Poder de la palabra; el Congreso Nacional más que la Asamblea ha visto desfilar con todos los honores a verdaderas eminencias, como aquellos que honraron el Parlamento en el periodo 86-88. Citemos algunos de esos seres superiores: Jorge Zavala Baquerizo, Carlos Feraud Blum, Nicolas Castro Benítez, Rogelio Valdiviezo Eguiguren, Enrique Ayala Mora, Patricio Romero Barberis, Diego Delgado Jara, Víctor Granda Aguilar, Edelberto Bonilla Oleas, Cecilia Calderón de Castro, Guadalupe Larriva González, Manuel Salgado Tamayo, Cumandá Vinueza Molina, Marco Proaño Maya, Fernando Guerrero, Wilfrido Lucero Bolaños, Juan Cueva Jaramillo.

Escuchar las intervenciones de esos diputados era un deleite; Lecciones del Parlamento Ilustrado y no de aquellos que dejan mucho que desear hasta en lo más elemental que es el manejo del idioma.

Los últimos años que hemos estado de oyentes de la asamblea nos hemos abismado con qué facilidad los señores asambleístas se cambian de camiseta. Antes los camisetazos eran un escándalo y todos los que ejercían ese triste oficio, quedaban marcados para eternas memorias; y, eran la vergüenza de toda la familia y su provincia a la que representaban.

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