Cayetana Álvarez de Toledo es una de las figuras representativas del Partido Popular y de la escena política española. En su discurso habla de la necesidad de que la ciudadanía participe en la política y de que los partidos y sus representantes defiendan la democracia. La diputada por Barcelona, también periodista e historiadora por la Universidad de Oxford, estuvo en Quito, este 3 de octubre de 2024, invitada por la Cámara de Industrias y Producción, para dar una charla magistral, precisamente, sobre la democracia liberal.
Durante su visita, conversó con PRIMICIAS sobre, lo que ella considera, la degradación de la actividad política, y la falta de perfiles con experiencia y sin deseos de convertirse en influencers: Frente a la profunda y creciente polarización entre las grandes etiquetas políticas de la derecha y la izquierda, ¿en dónde y cómo queda el ejercicio de la política?
Creo profundamente que la distinción que funciona es entre quienes son demócratas y quienes no lo son. Entre demócratas y populistas o autoritarios o como quieran llamarlos. Entre democracia y dictadura, dictablanda o ‘dictacool’, que es la última modalidad que tenemos. Esos son los que yo llamo ‘los burros de Troya’ de la democracia, que se disfrazan de demócratas para ir destruyendo las democracias desde su interior. Y los hay de izquierdas y de derechas. Pero lo importante es ver cómo operan e intentar desactivarlos.
Antes los dictadores o los autoritarios llegaban vestidos de uniforme militar o con barba revolucionaria. Hoy en día llegan con traje y corbata y, mediante elecciones, se instalan en el poder y empiezan a erosionar la democracia desde el interior. Colonizan todas las instituciones. Como no pueden gobernar por adhesión, gobiernan por odio. Es decir, necesitan polarizar al máximo la sociedad para crear dos bandos y ellos mantener, prietos, el suyo frente a frente.
Y lo que hacen es convertir los contrapoderes democráticos de un Estado en cartón piedra. Es decir, mantienen la justicia, pero la colonizan y doblegan. Mantienen un poder legislativo, pero no puede operar, está doblegado de alguna manera o controlado. Y el cuarto poder, los medios de comunicación, es uno de los blancos favoritos de los ‘burros de Troya’. Los medios públicos se colocan impúdicamente al servicio del poder y los privados se someten a la trituradora, o los compran o los censuran y los acallan.
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