Segunda vuelta: la revancha

El presidente candidato tiene serios motivos para preocuparse. Parece que le pusieron la vara tan alta que no alcanzó ni parándose en plataforma, porque pretender ganar en chulla vuelta era una meta demasiado presuntuosa.

Como llegarse a creer que no le hacía falta un baño de masas, sino dejar la campaña a un puñado de tiktokeros y entrevistadores pautados. Tampoco le paró bola al debate, porque en ese momento estaba más pendiente de volar a la madrugada a la posesión de papá Trump. Como que se olvidó que cuando era ternero, un solo debate le dio el espaldarazo inicial, porque antes de eso era solo un perfecto desconocido, o a lo más, el mimado de Alvarito.

Al final del día en vez de una sola vuelta, consiguió un apretado empate técnico con sabor a frustración. Tan mal estaría que no tuvo ni ánimo para salir a agradecer a los simpatizantes que quedaron plantados afuera con los churos hechos.

Está bien hacer un buen trabajo en redes, pero no basta. Los balcones y los debates aún pueden marcar diferencia. Dadme un debate y seré presidente, hubiera dicho hoy en día el viejo Velasco Ibarra.

Muy ardido después pataleó y habló de “irregularidades”, por no decir fraude, sin presentar pruebas (al mejor estilo Trump también). Algo bastante descabellado, cuando Pita y Atamaint odian a muerte al Correísmo.

Mientras tanto a Luisa le vi saltando de contento. Sorprendió el Correísmo, rompiendo la maldición del 30% del voto duro borreguil, del cual sus acérrimos enemigos juraron que jamás rebasaría. Ya en la tarima, esa misma noche coqueteó con las primeras alianzas.

Luisa tuvo una mejor campaña, sin duda: Se olvidó de la marca “borregos”, y se dio un baño de masas donde pudo, se visitó de montubia, como buena “manaba” (aunque sabemos que nació en Chillo Gallo), se vistió hasta de quinceañera.

Sobre todo enterró la frase “ya lo hicimos y lo volveremos a hacer”, evitó al máximo hablar de Correa. A diferencia del Lelo, mantuvo mudo a Diego Borja, para que nadie se acuerde que tiempo atrás anduvo gritando “fuera Correa fuera” y que escribió un libro contra la dolarización. Su único punto bajo fue el debate. No tiene don de lengua y le fue de la patada. Más bien Andrea salió aventajada a su costilla.

De Iza, se esperaba más, casi recibe paliza. Andrea González, sorprendió en el debate, es una estrella en ascenso, pero debería alejarse del cachetón. Eso le fregó, pero un cuarto lugar no está mal.

Los demás: una vergüenza. Licuados la mayoría no dan ni el 1%. Deberían devolver la plata que les dio el CNE a costa del erario nacional y cerrar sus movimientos de ocasión.

Sabemos bien que su jugada no era ganar sino meter asambleístas para negociar. Más aún con una asamblea dividida en dos mitades cada voto valdrá peso en oro. Rastrera forma de hacer política. Por suerte todos estos chimbadores fracasaron miserablemente. Sobre todo Iván Saquicela, literalmente se dio con la piedra en el HOCICO (su programa de gobierno). Democracia Sí, corruptos y oportunistas No.

Ahora la gran tarea de los finalistas es atraer los votos de los indecisos, de los frustrados, apáticos y hasta despechados. O sea la gran masa de votos blancos y nulos que alcanzaron un impresionante 19%. Esa cantidad de votos que no fueron para nadie refleja por otro lado, cansancio y hastío de un sistema electoral caótico, incomprensible, caduco. Diseñado y preparado por los mismos que hoy quisieron pescar a río revuelto y merecieron el rechazo del pueblo.  La segunda vuelta huele a revancha. El pronóstico es reservado.(o)

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