ESCRIBIR A MANO: UN ARTE EN DECANDENCIA

Piense en la última vez, que apuntó una nota rápida o hizo algún listado. Lo más probable es que, no usara papel y esfero. Los últimos años, los teclados y las pantallas han sustituido silenciosamente a la escritura a mano, dentro de nuestras actividades diarias: Desde las aulas escolares hasta los más variados lugares de trabajo.

Así también, más de una vez me he preguntado: ¿Por qué ya no se enseña a los niños a escribir en cursiva? E inclusive, he ido más allá… A varios docentes de Educación Inicial les planteé del porqué de la no enseñanza en letra cursiva. Haciendo una mueca en su rostro seguido de un signo de negación con la cabeza, fue aquella respuesta categórica, que recibí.

Yendo contra corriente, cual deuda pendiente que arrastro, por voluntad propia, intenté escudriñar en esta temática. Tenía mis ligeras sospechas que afanosamente pude corroborarlas: Son diversas las ventajas cognitivas que ofrece escribir a mano y, sobre todo, de la casi extinta escritura manuscrita o cursiva.

Diversos estudios coinciden en que las personas recuerdan mejor aquellas cosas que se han escrito manualmente, a las que se hace en un computador. Sus beneficios van desde la mejora de la retención de la memoria hasta de los resultados del aprendizaje, atribuyéndose en gran parte a la participación de varios sentidos, en el proceso de escritura.

La escritura a mano, ayuda a desarrollar la coordinación mano-ojo, el desarrollo cognitivo y la motricidad fina, por nombrar sólo tres aspectos. La enseñanza de la escritura a mano se ha relacionado con el éxito académico y, en un estudio investigativo del año 2007 sus resultados enfatizaron que una mala escritura a mano conlleva consecuencias académicas y psicosociales, de gran alcance.

Eximios investigadores, alrededor del mundo señalan que: “Sostener un bolígrafo con los dedos, presionarlo sobre una superficie y mover las manos para crear letras y palabras es una habilidad cognitivo-motora compleja que requiere gran parte de nuestra atención”. También demostraron que: “Ese nivel más profundo de procesamiento, que implica relacionar los sonidos con las formaciones de las letras, favorece la lectura y la ortografía en los niños”.

Imaginemos que nuestro cerebro, es como un sistema de carreteras. Las redes cerebrales de los niños son esos senderos ligeros y zigzagueantes en un bosque. Con la práctica y la experiencia, estos caminos pueden convertirse en autopistas, conectando distintas partes del cerebro: transportando información valiosa, de forma rápida y eficaz.

Y de la escritura cursiva, ¿qué podríamos decir? Empezando desde sus orígenes en Italia, como una escritura compacta, elegante y clara, esparciéndose por el mundo. Llegando hasta la actualidad, en una sociedad que no tiene tiempo para la elegancia, la belleza, la complejidad. Época aciaga, donde tenemos síntesis pero no claridad, velocidad pero no eficiencia, información pero no conocimiento.

Entonces, éstas vendrían a ser algunas de las causas para que en el mundo actual, la sociedad haga todo lo posible por frenar el desarrollo del pensamiento, llenándolo con información chatarra, en donde la cursiva no tendrá cabida. Haciendo uso del proceso de inferencia mínimo: es este hecho casual, para que cada vez se la utilice menos.

Escribir en cursiva significa traducir pensamientos en palabras. Le obliga a no quitar la mano del papel. Un esfuerzo estimulante, que permite asociar ideas, vincularlas y ponerlas en relación. No por casualidad la palabra cursiva proviene del latín «currere”, que corre, que fluye, porque el pensamiento tiene alas, vuela, se dispersa y propaga.

La mayoría de la gente ya no puede pensar genuinamente. Por eso deberíamos volver a escribir en cursiva, empezando desde las escuelas. Porque no se trata sólo de recuperar un estilo de escritura, sino de volver a darle aire a nuestros pensamientos. Retomando las palabras de Vivian Parra: Todo lo que nos hace vivir, lo que alimenta el alma, lo que sostiene el espíritu, está conectado con la respiración. Sin aliento, como decían los antiguos griegos, no hay pensamiento. Y sin pensamientos no hay vida.

Cuando en los centros educativos del Ecuador, se ha dejado de enseñar la escritura cursiva e infinidad de docentes con sumisión han optado por aquel rastrero camino fácil, en ese afán de comodidad o de evitarse el mínimo problema. Acaso, convendría un poquito: investigar y leer, sumando su contingente, siendo agente de sustancial cambio. Con más razón todavía, si en casa o entre sus allegados, hay un infante, de por medio. Tampoco recurra a la “técnica del sonajero actual”, poniendo entre manos tiernas, un dispositivo móvil: terrible alucinógeno adictivo y pernicioso…

Si llegó hasta el final de este texto, le invito a ser como la diáspora cañari, propagando este mensaje. Al educador, que sea un revolucionario con sentido de causa: Instaurando, un mínimo de escritura cursiva en su faceta diaria, simplemente porque es “buena vitamina” para el desarrollo del cerebro. Y a los directivos, por favor, no ponga zancadillas, en espera que tropiece. Mejor incentive, esas iniciativas.

Para los adultos, se recomienda seguir usando lápiz y papel, así practicará un poco la escritura a mano y, ejercitará el cerebro. Al hacerlo, podrá prevenir alguna enfermedad, relacionada con el deterioro cognitivo…

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