En realidad Él no llegó a mi vida, YO, llegué a la vida de Él, y aunque se encontraba bien, llegué para cambiarla.
El fiel y leal amigo Ches, llegó en el año 2012 a la vida de Manuel, de sorpresa y sin buscarlo, al principio se trataba de un encargo, al que se le tenía que dar agua todo el tiempo y comida, pero al cabo de unos días, él ya había entregado todo su amor con unas cuantas lamidas, y ni modo, tocó hacer lo mismo, hasta que dicho encargo sin acuerdos terminó, solamente ya era suyo.
Por mi parte, yo lo veía generalmente los domingos, mi hizo algunos morados en mis piernas porque al ser la copiloto de Manuel debía llevarlo en ellas ya que amaba ir en la ventana del vehículo y sentir el viento a gran velocidad.
Al pasar el tiempo y decidir Manuel y yo unir nuestras vidas, Franchesko era parte del plan pero el cambio de casa podría afectarlo, entonces un mes antes y bajo recomendación de google, buscamos una compañera, llegó KINA, así inició nuestra familia de 4.
Cheskito, Mi Suco, el guapo y elegante; el fiel y leal amigo Leonidas Ches, generó un idioma en su honor, a todas las palabras se les anteponía el término CHES, por ejemplo ¿Cómo ches estas?, ¿ya ches desayunaste?, ¡vamos a ches dormir!, entonces Franchesko, sabía que era el rey de la casa y eso lo volvía algo exigente, si tenía hambre no dejaba de ladrar hasta tener su comida, cuando quería caricias también las pedía de manera rigurosa, entonces teníamos que hacer lo que pedía, lo merecía porque con esa misma intensidad demostraba amor, sus lamidas daban cuenta de lo que significábamos para él –simplemente todo-.
Era muy apuesto, caminar por la calle con Él implicaba que mucha gente nos pregunte que raza es, ya que su aspecto no era el común de un BOSTON TERRIER, su color atigrado y pecho blanco combinados con su caminar acelerado y por delante lo hacían sencillamente GUAPO.
A pesar del paso del tiempo nunca perdió su belleza, pero en casa se hacía triste verlo perder su vitalidad, sus ojitos cada vez perdían la capacidad de ver, ya no podía subir las gradas y un daño neurológico iba ganando espacio en su vida, con un tratamiento mejoró, pero Manuel y yo después de casi 14 años, sabíamos que quizá estaba por llegar ese día tan temido; sin embargo nos aferramos a que nos acompañe más tiempo e hicimos todo cuanto pudimos, incluso inducirlo a un sueño para que su cerebro descanse, teniendo que internarse para ello; pero fue tan noble MI CHES, que esperó que lo retiráramos, aunque sin poder pararse en mis piernas de regreso a casa pudo sentir nuevamente el aire a gran velocidad, nos dio unas cuantas lamidas más, tomó mucha agua y comió sandía, vaya que la disfrutó y se durmió.
Manuel, Franchesko y yo, conocemos el contexto de su partida, es hermoso y algún día lo contaremos. Estoy segura que nos volveremos a ver, GRACIAS POR TANTO MI CHES.
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Que la campaña no solo sea entrega de calendarios sino de propuestas reales de cambio.