«Los héroes son propiedad humana, comensales de toda mesa familiar»
NICOLÁS GUILLÉN
ALUMBRADO POR TANTA LUZ VIVIDA, Fidel Castro Ruz, deja volar en el viento de los días una frase que debe ser efecto de su profunda reflexión sobre un personaje tan querido como Ernesto Guevara de la Serna: «Del Che no se podrá hablar nunca en pasado», advierte, movido además por su fraternal admiración hacia el guerrillero argentino y aspirando sin duda a que quienes nos hallamos suspendidos en los laberintos de la nostalgia, encontremos la salida de tales angosturas; probablemente también para que despierten del sopor los blandamente sometidos a la resignación y al olvido; pero sobre todo, para que los jóvenes aprendan a convivir con el Che tan cercano, tan humano, tan cierto que desde siempre anuncia: «La arcilla fundamental de nuestra obra es la juventud; en ella depositamos nuestra esperanza y la preparamos para tomar de nuestras manos, la bandera»
Claro, no será solamente la expresión autorizada de Fidel la que proclame la vigencia del Comandante Guevara. A lo largo de más de cuarenta años, han sido millones de voces en todos los idiomas las que hablan y escriben sobre el Che; millones de seres humanos los que en fáciles e intangibles esperanzas escuchan y leen sobre él; millones los que participan de sus liberadoras visiones; millones los que se abrazan a su intensa pasión por la vida: «Che Guevara, si tal se puede decir, ya existía antes de haber nacido, Che Guevara, si tal se puede afirmar, continua existiendo después de haber muerto», pregona José Saramago. «Hay hombres y hay mujeres que hacen caminos, hay otros/otras que son el camino. Che es uno de esos… como lo es Fidel», apunta el portorriqueño, Rafael Cancel Miranda, en tanto que desde Chiapas, el Subcomandante Marcos, confirma que «El Che está más cerca de nosotros de lo que piensan muchos». En efecto, parecería que todo lo que hace y dice Ernesto Guevara, lo dirige personalmente a cada uno de nosotros.¨
«El Che vive», escribió en alguna pared de su ciudad un estudiante norteamericano al día siguiente de la desaparición física del guerrillero en Bolivia. La proclama volaría por el mundo.
Seis años antes, Giangiacomo Feltrinelli, militante de la izquierda visitaba en su estudio a su amigo Alberto Días Korda llevándose desde La Habana hasta Italia, la fotografía, del Che, efectuada por el cubano, que a partir del 15 de octubre de 1967, la convertiría en la más emblemática tras hacerla imprimir en cien mil posters que los jóvenes de Milán exaltaron con la leyenda «El Che vive», con lo que la invocación del anónimo estudiante, revertiría en eco, respuesta y desafío. Se convertiría en consigna universal. Acariciaría la tierra como lluvia; centellaría como relámpago; sonaría alto como grito de combate y profundo como sonido de campana para ser el santo y seña que sacude el polvo del desasosiego de los hombres, que tras seguir acongojadamente las huellas de los espectros que no tienen pasos se detienen en las esquinas de la ficción figurándose apenados, sometidos, envejecidos, que su redención solo será posible después de la muerte. Raúl Roa lo expresa más fácil de este modo: «Si, solo vive el que ha vivido; como sentencia el poeta, la presencia viva del Che es perdurable en la historia y en la vida como primavera en constante renuevo».
Golpeados por el pesimismo, indecisos, ignorados, cumpliendo sus apagados destinos, sin que sus tímidas y en algunos casos cómplices acciones, sus disipadas omisiones, sus pactos y desesperanzas obtengan resultado más allá de la legalidad burguesa, los seducidos por las fascinaciones del capital, pierden el paso ofuscándose hasta el extravío. Demoliendo los principios en los que dicen sostenerse y esposados a sus cuentas, borran alevosamente la oportunidad de acercarse a la textura, a la firmeza, al optimismo de quienes creen en la revolución como proceso de mejoramiento humano y se obstinan en participar en ella sin necesidad de esperar que la ocasión les sea ofrecida por el propio sistema de dominio.
Hay héroes iluminados y de una dimensión superior, líderes e ídolos de la juventud, incomparables; el Che no tiene parangón y camina por la humanidad junto a los más grandes de los grandes: Bolívar, Sucre, La Mar, San Martín son nuestros libertadores, el Che Guevara es el libertador de todo el mundo y eso lo consagran los más conspicuos escritores del Universo y el Papa Santo de Roma cuando visita la isla de los MARES INFINITOS y le califica como el ser SIMBOLO DEL SIGLO VEINTE.
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