UN APRENDIZAJE BASADO COMPETENCIAS

Todo propósito de enseñanza conlleva una intencionalidad, que fija sus resultados en una aplicación pensada a futuro y que la hace impredecible.  Se educa con una finalidad que no es inmediata, sino lo que ahora se enseña y se aprende en un contexto escolar pueda ser utilizado en su realidad, en el momento en que estos conocimientos, habilidades o actitudes aprendidas se hagan necesarias y, por lo tanto, no serán empleadas tal como fueron enseñadas en el aula.  Siempre que en la vida cotidiana intervenimos y resolvemos los problemas que ésta nos plantea, estamos actuando competentemente.

En Ecuador, la enseñanza por competencias se basa en el Currículo por Competencias, bajo la premisa de querer desarrollar en los estudiantes habilidades para resolver desafíos colectivos e individuales. Es fácilmente perceptible de prever que existe un debate teórico sobre la posibilidad de que estas “competencias” no puedan ser enseñadas, aunque si desarrolladas.

El sistema educativo ecuatoriano se ha reformado –de eso no hay duda-, pero sin un paraguas conceptual o epistemológico y, peor metodológico. Detrás de los cambios no hay una teoría o conjunto de teorías pedagógicas y si han existido no han dado piso ni techo a las reformas, quedando como “parches o remiendos”. Al respecto, un solo ejemplo: los profesores siguen formándose de acuerdo a patrones tradicionales y lo que es grave, la reforma no ha llegado a la escuela, que es el motor que activa la educación.

Repasando brevemente el marco constitucional y legal: El Art. 27 de la Constitución vigente (2008) expresa: “el desarrollo de competencias y capacidades para crear y trabajar”. El Art. 6. de la Ley Orgánica de Educación, dice: “La principal obligación del Estado es el cumplimiento pleno, permanente y progresivo de los derechos y garantías constitucionales en materia educativa, y de los principios y fines establecidos en esta Ley. Literal x: “fomenten el desarrollo de competencias y capacidades para crear conocimientos y la incorporación de los ciudadanos al mundo del trabajo…”.

Del texto de estas disposiciones se infiere que la educación ecuatoriana es por competencias, sistema generalizado en el mundo, que desarrolla capacidades de formación autónoma vinculadas a cuatro estándares básicos: aprender a saber, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser, según Jacques Delors, asumidas por las Naciones Unidas. Empero, estas competencias pedagógicas no han sido aplicadas por el Ministerio de Educación, en donde sigue vigente una planificación por  destrezas con la evaluación de contenidos teóricos.

Frente a estos absurdos diametralmente opuestos, es urgente partir de una línea base: Articulando una propuesta pedagógica por competencias, que sea consistente, rigurosa en lo académico y participativa, que de luz a la comunidad de aprendizaje -la escuela- orientando no solo el currículo, sino otras instancias del proceso educativo, como son la metodología y la evaluación por competencias.

Y el Consejo Nacional de Educación como órgano autónomo y consultivo del Ministerio de Educación, que se encarga de la elaboración, evaluación, concertación y seguimiento del Proyecto Educativo Nacional, ¿qué papel cumpliría? Articular políticas públicas sociales y económicas de largo plazo, sostenibles y sustentables, con la participación de la ciudadanía y el sector privado, teniendo como ejes los índices de desarrollo humano: salud/nutrición, educación/escolaridad/alfabetización y empleo seguro, tan venidos a menos en los últimos años.

Y un aditamento o plus que no se puede obviar, es esa estrecha vinculación de la educación inicial, básica, bachillerato y superior con profesores cualificados. Cohesionando todos estos aspectos se empezaría por dar un paso en firme hacia la verdadera transformación de la educación de nuestro país. Pregunto: ¿Cuándo llegará el momento, que se corrija este grave problema central con  su modelo educativo caracterizado por el academicismo (que gira sobre los contenidos) y la fragmentación/dispersión en un sinnúmero de áreas y asignaturas, que no integran al conocimiento con la vida.

Si las competencias se definen como un saber-hacer en contexto; es decir, ser competente. Es saber-hacer bien las cosas (resolviendo problemas) y saber-actuar con las personas (relaciones sociales). Estos dos saberes implica: comprender cómo se actúa, asumiendo de manera responsable las consecuencias y transformar los contextos a favor del bienestar humano. Frente a esto y a pesar de que siempre hay excepciones, no es justo seguir permitiendo que la mayoría de estudiantes sigan manteniéndose en un absoluto desconocimiento de hechos, conceptos y datos históricos, por decir lo mínimo.

Esa cultura general que se poseía en el siglo pasado, sabiendo al menos, lo fundamental de Historia, Geografía, Cívica, Literatura, Ciencias Naturales, etc., en la actualidad se ha ido perdiendo completamente. El desconocimiento y la confusión sobre los hechos, datos y conceptos fundamentales es notable ya que la escusa trivial es de que “ahora que todo eso está en internet”, y que lo buscan muy rápido ahí.

Evidentemente confunden la información con el conocimiento, vivir en este mundo sin tener que recurrir al móvil para conocer y situar cada uno de los acontecimientos, debe ser el reto a empezar… Usted, que opina.

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